miércoles, 28 de septiembre de 2011

Lazarillo de Tormes



A continuación les presento una serie de consignas para escribir un texto literario relacionado con La vida de Lazarillo de Tormes. Elijan una de ellas y pongan manos a la obra.
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1) El texto refleja a su manera la realidad social del momento en el que fue producida. Comparen esa imagen de la realidad con las escenas protagonizadas por los chicos de la calle que viven en las grandes ciudades actuales. ¿Qué semejanzas y qué diferencias encuentras? Escribe un texto proponiendo una reflexión sobre el tema.
2) Te propongo que escribas una aventura donde el pícaro sea un personaje callejero actual. En ella tienen que estar presentes dos de los rasgos más destacados de La vida de Lazarillo de Tormes: el humor y la crítica social. Puede ser un cuento o una obra de teatro.
3) Sos la persona a la que Lázaro se dirige con el apelativo “Vuestra Merced” y recibiste el libro en el que aquel narra sus peripecias. Escribile una carta de agradecimiento y expresale tu opinión acerca de su vida y su obra.
4) Eres Lázaro ya adulto y con mejor fortuna. Te encuentras imprevistamente con el viejo amo ciego. Elije escribir:
     a) un monólogo en el que le reprochan al ciego sus maltratos.
     b) un diálogo en el que ambos llegan (o no) a un entendimiento.
     c) un relato en tercera persona en el que narras este encuentro y describe las circunstancias en las que éste tuvo lugar.
5) Continúa la historia de Lázaro, redactando una nueva aventura y un nuevo final.

19 comentarios:

  1. 4) c.
    Habían pasado ya tres años desde que Lázaro, con mucho esfuerzo y astucia, pudo superarse a sí mismo y progresó económicamente. A pesar de las burlas que la gente le propinaba, él supo sobrellevar los rumores que corrían sobre su esposa y el arcipreste y tras enfrentarlos a ambos, decidió que era hora de partir de San Salvador y siguió su rumbo acompañado de Ansina (su esposa), quien al ser perdonada por Lázaro, quiso acompañarlo en su viaje.
    Luego de 2 días sin rumbo fijo, fueron a parar a Salamanca y dicho lugar le trajo a Lázaro muchos recuerdos de su oscura infancia, y con éstos vino a su mente el incidente que por muchos años lo había atormentado, aquel en el que logró escaparse de su antiguo amo ciego, de quien nunca más tuvo noticias. Lázaro sabía que había sido muy injusto con él, ya que a pesar de las penurias acaecidas, éste había sido el único que realmente le había enseñado algo y que con el tiempo había lamentado el haber huido. La culpa todavía lo acorralaba y realmente deseaba que con el golpe, que hacía ya tiempo había tenido lugar, el ciego no hubiera muerto.
    Llegaron a la plaza central y mientras la pareja debatía sobre los actuales problemas del país, a Lázaro le llamó la atención un viejo andrajoso que mendigaba entre los transeúntes, y acercándose un poca para ver su semblante, reparó en aquellos rasgos similares a los de aquel ciego a quien tiempo atrás había servido.
    Lázaro y su esposa se detuvieron enfrente del ciego, quien se percató de su presencia y preguntó quien era y el joven le explicó quien era, y el viejo, acordándose del pequeño Lázaro se abalanzó sobre él, quien, sombrado por la reacción del ciego y tratando de sacárselo de encima, recordó que lo último que éste debía recordar era como se las había ingeniado el malagradecido para huir de él.
    Una vez que logró deshacerse del ciego trató de explicarle sus sentimientos:
    - ¡Buen hombre! - dijo Lázaro – no quisiera irme de éste lugar sabiendo que le tuve enfrente y no pude agradecerle todo lo que me ha enseñado durante el corto período en que le serví como amo y que gracias a sus enseñanzas pude apañármelas para llegar al lugar donde me encuentro ahora y debo pedirle que termine con la agonía que sufro por la culpa que me produce el haber huido de usted de la manera en que lo hice. Por favor, acepte mis disculpas y mi más profundo agradecimiento.
    - Razón llevas en decir que mis consejos te han servido a lo largo de estos años, si no fuera así, ¿Acaso piensas que te los habría enseñado? Así como a mí me sirvieron en su momento, te los confié a ti con dicho propósito… Y en cuanto a las disculpas, no quisiera prolongar tu agonía, más debes saber lo mucho que me cuesta perdonarte. Catorce días hube de pasar en cama por el gran golpe que me pegué en la cabeza. Mas no está en mi naturaleza no perdonar las fallas de mi hermano y menos de uno cuyas faltas fueron cometidas hace tiempo y que ahora ruegan mi perdón. – respondió el ciego.
    - Entonces… ¿sería capaz de perdonarme? – preguntó Lázaro asombrado.
    - Te perdono viejo amigo y me alegraría muchísimo saber de tu vida después de mí.
    - Agradezco tu perdón y si es tan amable me encantaría que nos acompañase a mí y a mi esposa a dar un paseo en el cual le resumiré mis andanzas.
    - Vayámonos entonces Lázaro, pero mejor que sea a comer algo a la taberna…como verás mi suerte no ha mejorado tanto como la tuya.
    Y diciendo esto, los tres se pusieron en marcha hacia la taberna más cercana, mientras Lázaro le relataba al ciego no solo las fortunas, sino también las adversidades que tuvo que pasar a lo largo de su vida, y cómo valiéndose solo de astucia, coraje y perseverancia pudo sobrevivir a aquellos tristes días en que el deseo de alcanzar la felicidad se había convertido en el anhelo más grande que habitaba en su alma.

    4º E y G - Milena Moroni

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  2. Actividad 6:
    5)
    Luego de ser abandonado por el escudero, nuevamente me quedé sólo. Como ya no podía mendigar en esta ciudad, tuve que irme rápidamente sin rumbo alguno en busca de un lugar donde pudiera conseguir comida. Ese mismo día, escapé sigilosamente para que nadie me encontrara y azotara.
    Cansado de viajar casi dos días, con el agua que tomé del río y las migajas de pan que me habían regalado las vecinas, llegué a una cuidad pobre llamada Pozuela.
    Aunque en el camino de mi vida no había tenido suerte, era lo suficientemente fuerte como para no perder la esperanza de encontrar un amo al cual servir y sus tratos no fueran de lo peor.
    Me encontraba por las calles de la ciudad, vagabundeando y pidiendo limosna a quien pasara a mi lado. Pero cada día se hacia mas difícil, la gente no se solidarizaba conmigo; estaban tan mal y preocupados por la crisis que ya ni un niño muerto de hambre les producía compasión. Pasaba las noches durmiendo en un pajar que tenía un hombre, entraba en la noche y me iba muy temprano, para que no me descubrieran.
    Un día, caminé toda la ciudad para conseguir solamente un trozo de pan, y al regresar a mi pajar, en lo único que pensaba era en dormir para no escuchar los ruidos que mi panza hacia. Tanto dormí que el dueño de casa me encontró. No se quién se asustó mas, si él al ver alguien en su casa o yo, por despertarme con un hombre gordo y alto gritando.
    Tal fue mi desesperación, que quedé paralizado. Sin embargo, el hombre me retó por haber invadido su casa pero al estar gritándome notó en mí el hambre que tenía.
    Un poco más calmado me preguntó, haciéndose el gruñón, de dónde venía y si quería almorzar con él. Cortésmente, asentí con la cabeza y le conté en pocas palabras mi historia.
    Me hizo pasar a su humilde casa, sirvió un plato de verduras con un poco de carne, y se sentó a observar cómo me lo devoraba. Cuando noté esto, traté de corregir mi actitud.
    El señor no parecía de una alta clase social, pero tampoco era pobre. Gentilmente dijo que si demostraba ser un buen chico, él seria mi amo. Había pasado por tantos, que ya no me ilusionaba.
    Así fue como, poco a poco, Don José fue haciéndome parte de su vida. Tenía una hermosa familia: una esposa y una hija. Su hija me atrajo desde la primera vez que la vi, pero cualquier tipo de relación era imposible, yo era su criado.
    Con el tiempo, Dios me demostró que si podía existir un amo adecuado para mí que incluso me hizo parte de su vida.
    Don José falleció y me dejó encargado de la casa, su esposa e hija, allí fue cuando aprendí lo que era trabajar y ganarse la vida. Me costó pero tuve el apoyo de ellas.
    A pesar de una infancia dura y llena de sufrimiento, mi vida dio un giro inesperado y se llenó de amor. Tal es así, que hoy en día, pude formar mi familia con la mujer que amo, Alicia.

    4º E y G – Carla Campilongo

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  3. 4 c)

    Luego de transcurridos varios años, Lazaro se reencuentra con su viejo amo, del cual aprendio a ser vivo y a abrir los ojos. Se encuentran en la plaza central del pueblo en el cual estaba Lazaro viviendo con su mujer. Lazaro ve de lejos a un ansiano perdido que chocaba contra todo lo que se cruzaba, Lazaro al ver tal ansiano bruto, luego de parar de reirse decide hacerlo sentar y ayduarlo ya que aquella situacion le causaba lastima. Al acercarse reconoce su rostro y actitudes, luego de comprobar si era la persona que pensaba a traves de un grupo de situaciones; le da un abrazo y se presenta ante el ansiano. Este asustado parece no recordar su persona y lo trata de ladron e intenta golpearlo con su palo, el cual usaba para guiarse. Lazaro ante esta situacion le describe la ultima vez que se vieron, el ansiano recuerda y aun mas furioso le arroja con cosas, lo cual le era muy dificil ya que siendo ciego tiraba las cosas a cualquier lado. Luego de 10 minutos de insultarlo y demás, se tranquiliza y entra a reir, luego saluda a Lazaro. Pasaron toda la tarde charlando acerca de las cosas que habian vivido el uno sin el otro, las complicaciones y aquella situacion en donde se separaron y no volvieron a verse hasta el dia de hoy. Lazaro le presento a su familia y las grandes cosas que habia logrado gracias a que el ansiano le abrio los ojos desde temprano, tambien invito a que se quedara por unos dias, para asi, poder charlar mas; el ansiano por supuesto que acepto la invitacion y siendo tan vivo como siempre se quedo a vivir cn Lazaro y su familia hasta el fin de sus dias, lo cual a Lazaro le molesto, hubo varias peleas, pero al final, terminaron siendo amigos de la vida.

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  4. 5)Luego de enterarme de muchas noticias malas me sentia muy solo. Supe que mi primer amo habia muerto cayendose a un precipicio. Nunca voy a olvidar de todas las enseñanzas que el me ha dejado a mi. Tuve que arreglarmelas solo ya que ando sin dueño, necesito cuidarme. Caminando un dia por la calle, encontre un pedazo de pan y muy confiado lo agarre, cuando derrepente salen dos personas medias sombrias. Estas dos personas empezaron a seguirme hasta un callejon, dondo mi obligaron darle el pan, a lo que yo me rehuse, y trate de escapar, pero me acorralaron. Cuando vi un hueco pude escapar y correr, ellos me perseguian para quitarme el pan a lo que yo me meti en una casa. Dandome vuelta veo una casa linda, adonarda, con comida y muy acojedora. Empeze a buscar algo para comer. Luego de unos minutos escuche que habrian la puerta y fui a esconderme a una habitacion. Escuchaba los pasos que se iban acercando hacia mi, cuando de repente nota que faltaba comida en su casa y empezo a rebizar toda la casa, pero sin encontrarme, a la noche logre escapar de esa casa sin ningun problema y mientras caminaba solo por la noche vi el toro de piedra, lo que hizo acordarme de mi amo muerto y me puso muy trizte y a lo que llevo tratar de sacarme la vida golpeando mi cabeza contra ella, a lo que cai inconciente. Cuando desperte estaba donde me encuentro ahora, en un pueblo desconocido lejos de mi casa. Ahora con mas años de lo que tenia estoy seguro que podre encontrar la manera de volver a mi pueblo donde me eseñaron todo lo que se.

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  5. Una vez más me quede solo. Quizás era el destino. Tenía que acostumbrarme a la soledad, a poder sobrevivir en las calles de la ciudad, buscando comida por donde sea.
    Ya habían pasado tres días y nadie se solidarizaba conmigo, el hambre era muy agudo, de tal forma que ya ni fuerzas me quedaban para seguir.
    Cuarto día, era de tarde cuando un hombre se apareció frente mio preguntando donde vivía, si necesitaba ayuda. Me asusté, no quería otro amo que me maltrate, que me haga pasar hambre, prefería cuidarme solo. El hombre, quién tenía una apariencia de rico, limpio y por sobre todas las cosas bien alimentado, me ofreció pasar la noche en su casa. Al principió negué la invitación, contesté que prefería seguir solo debido a las malas experiencias vividas. El señor, quién se hacia llamar Tardo insistió y me convenció. Caminamos hasta su casa. Era enorme, no solo vivía con su mujer si no que también tenía una hermosa hija de mi edad. Me recibieron con mucha delicadesa a pesar de su alto nivel social. Me ofrecieron un baño, una cama y por sobre todo, mucha comida.
    Pasé esa noche y al otro dia ofrecieron que me quede un día más, y así sucesivamente hasta que me ofrecieron vivir con ellos.
    Marla se llamaba la hija de Tardo, jugabamos todos los días, teníamos una gran amistad y hasta llegamos a enamorarnos.
    Pasaron los años, Tardo, después del fallecimiento de su mujer Lerna, se enfermó de tal forma que llegó, lamentablemente, su muerte.
    Marla y yo nos casamos, nos quedamos con la casa y tuvimos un hermoso hijo, a quién le pusimos de nombre San Tardo, por su abuelo.
    Estoy seguro que cada amo que tuve en mi infancia valió la pena, ya que de cada uno aprendí algo, aprendí a como luchar en la vida y gracias a eso le puedo enseñar a mi hijo lo mismo.

    4° E y G. Josefina Tomatis

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  6. Actividad 6
    a)
    Una de las semejanzas que háy, es que aún en la actualidad, como en aquella época, sigue habiendo chicos pobres en la calle, que también mendigan por comida. A diferencia con la época del Lázaro, la mayoría de los chicos en la actualidad, mendigan para comprar cigarrillos, droga, o alcohol.
    Otra diferencia, es que en aquella época, se pedía con respeto y humildad, hoy en día son muy pocos los que hacen eso, y si no le das lo que te piden, te insultan, roban, etc.
    En la época del Lazaron, los chicos de la calle, eran maltratados, en cambio, en los tiempos que corren, los adultos son los que le temen a ellos.
    En definitiva, la diferencia más importante, es que en aquellos tiempos los chicos de la calle, eran sinónimo de burla y desprecio. Ahora son sinónimo de inseguridad.

    Lucas Gueglio ;)

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  7. Joaquin Camet 4º Eco2 de octubre de 2011, 19:58

    Actividad 6)
    1)

    Las semejanzas que encuentro entre el Lazarillo de Tormes y los chicos de la calle de hoy en día es que en ambas situaciones, pasan por periodos de hambre por la difícil tarea de conseguir comida. Mucha gente no se compadecía de su hambruna al igual que hoy. En ambos casos mendigan comida y piden plata.

    La diferencia es que hoy en día los chicos de la calle pueden acceder a la comidas a través de diferentes medios. Por ejemplo: hay varias fundaciones que ayudan a los chicos a que puedan desayunar, comer. Hoy en día a los chicos de la calle no se los castiga, sino que se los discrimina, mientras que antes recibían malos tratos.

    Hoy en día a la gente de la calle se los considera ladrones o personas que pueden dañar la vida de otros individuos. Se los juzgan de mala manera por algo que tal vez no hicieron. Son parte de un sistema que habría que tratar de cambiar por el bien de todos.

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  8. Yo elegí la act. 2, sin embargo, el pícaro que describo en la historia comparte pocas características con Lazarillo, ya que es un personaje adulto, para nada inocente, y que incluso llega a disfrutar de su situación:

    VIDA DE VAGABUNDO
    Algo frío y húmedo cae sobre mi cara, despertándome de un sobresalto. Miro y descubro mi reflejo en una par de peligrosos ojos azabache. Un perro. No puedo contenerme y grito. El animal huye, también alterado.
    Luego de un rato, y no sin gran esfuerzo, me incorporo. Observo a mi alrededor, tratando de recordar dónde estoy. Frente a mí se extienden un enorme laguito de color más bien verdoso, y una avenida; y más allá, una pequeña placita. Ah, ya lo recuerdo, es el parque Independencia, pero… ¿cómo fui a parar ahí? Un torrente de imágenes comienza a pasar por mi cabeza. Los techos de chapa todos oxidados, la vía, los muchachos con el porrito, unas caras desdibujadas, los empujones… luego nada. Una larga caminata de madrugada en compañía de nada más y nada menos que una botellita de cerveza.
    No recuerdo más y tampoco quiero hacerlo, así que me dispongo a buscarme el desayuno. Con dificultad, logro meterme al “conteiner” y rescatar un pedazo de sandwichito. No está del todo fresco, pero puedo imaginarme que el queso podrido es queso azul; a mi estómago no le importa en lo más mínimo, solo quiere calmar su hambre. De pronto, me asalta la sed. Miro esperanzado a mi compañerita, aunque sé que hace horas que ya no le queda nada.
    Con las renovadas energías y una mente más despejada (no sé si porque estoy más despierto o por la falta de alcohol en mi cuerpo), y me pongo en campaña. Peino las rastras y la barba, arreglo mi saco para que no parezca tan apolillado, y me pongo a pedir.
    Luego de unas horitas mendigando y limosneado, tengo lo suficiente para comprármela. Sin más preámbulos, me dirijo al primer quiosquito que veo, radiante de felicidad.
    -Buenos días, señor-me saluda una jovencita detrás del mostrador, tratando de no mostrar su desagrado… sin nada de éxito
    -Hola hermosa-observo divertido como se turba- Dame una cervecita bien grande.
    -Veinte pesos.
    Me desespero al ver solo quince en mi bolsillo. Estoy a punto de pedirle fiado a la empleada, pero para su suerte (porque nunca se los iba a devolver), encuentro cinco en mi bota. Seguramente me sobraron de algún plan familiar. ¡Benditos sean mis hijos, que por fin me sirven para algo! Con alegría, pago y me llevo a la señora conmigo.
    Completamente satisfecho, me siento en un banquito de la vereda. Miro la enorme fila de autos embotellados en la calle y a todas las personas alteradas porque llegan tarde al trabajo. No puedo evitar una carcajada. ¡Pobres diablos!
    Vuelvo a ponerme serio y las imágenes de la noche anterior amenazan con volver a mi cabeza. No; no pienso dejarlos entrar. Casi con desesperación me aferro a mi botellita y comienzo a vaciar su contenido, disfrutando de cada trago que pasa por mi garganta, borrando no solo los indicios de sed que tengo, sino también esos recuerdos que vuelven solo para robarme el pequeño destello de esa humilde felicidad.

    Melisa Tramanoni

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  9. Hace ya mucho tiempo, Lázaro y su esposa iban caminando por las calles de Toledo, en eso se encuentran con el ciego…
    _Disculpe señor, ¿me reconoce?
    _,¿ Quién habla?
    _ Soy Lázaro…
    _¡Ah!¡Te recuerdo, sabandija!
    _Quería decirle que…
    _Maldita sea, ¡ríos de sangre corrieron ese día!
    _Quería agradecerle por…
    _ ¡Uno los cría y así le agradecen estos niños!
    _Ya no soy un niño.
    _Con respecto a mí siempre serás un niño.
    _ Quería agradecerle porque gracias a usted a sobrevivir he aprendido, siendo pícaro he vivido. Deseo que me acompañe.
    _El diablo sabe por diablo, pero más sabe por viejo .No me engañaras dos veces.
    _Le ofrezco que venga a vivir conmigo yo le daré comida y asilo.
    Y así, el ciego vivió con Lázaro hasta el final de sus días.


    José Manuel Francisca Robles 4to Economía

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  10. 4) b-
    Era un día como cualquier otro, donde Lázaro se había levantado para llevar a sus hijos a la escuela y luego poder ir a trabajar a la enfermería de Toledo, donde es uno del los médicos más prestigiosos del pueblo. Preparó el desayuno, y mientras desayunaba junto a sus hijos, golpearon la puerta, todos se sorprendieron ya que era raro recibir visitas a esa hora de la mañana. Lázaro se levantó a abrir y vio que quien tocaba la puerta era su antiguo y malvado amo, quien él nunca quiso, pero le había enseñado a ser astuto, cuidarse solo y a desconfiar de los demás.
    Sorprendido por la visita dijo:
    - Señor, ¡Cuanto tiempo sin verlo! – Exclamó
    - Hola Lázaro, sí, como podrás ver, estoy muy enfermo, avejentado y sin trabajo ni comida, he oído que usted ha sido recompensado por la vida y ahora vive feliz junto a sus hijos y esposa.- Respondió el ciego, costándole hablar-
    - Si, gracias a dios pude recomponer mi vida luego de tantas malas aventuras vividas en mi infancia, ¿Qué hay de usted?, parece todo lo contrario. ¿Qué lo trae por aquí? – preguntó Lázaro intrigado-
    - Estoy muy enfermo Lázaro, necesito de su ayuda, siento que me queda poco tiempo de vida, y quiero vivirla tranquilo, ¡Por favor ayúdeme! – dijo rogando-
    - ¿Por qué debería ayudarlo después de todo lo que me ha hecho pasar?
    - He cambiado Lázaro, no haga esa pregunta, usted no tiene que ser como yo. Le pido perdón por ser egoísta y cruel con usted, estoy muy arrepentido.

    De repente aparece el hijo mayor de Lázaro asomado detrás de él y dice:
    - ¿Quién es padre? – algo asustado-
    - Hijo, este señor es quién me cuido parte de mi infancia cuando tenía tu edad, y yo lo ayudaba y lo obedecía.- contesto Lázaro a su hijo-
    -Hola muchachito, ¿Cómo estas? – Dijo el ciego al niño- ¡Que linda voz tiene su hijo Lázaro, me recuerda a la suya! -contestándole enternecido a Lázaro-
    -Gracias señor, veo que ha cambiado, antes no le gustaban para nada los niños. De acuerdo, lo ayudaré a mejorar su salud y calidad de vida, pero usted tendrá que hacer algo por mí- dijo Lázaro-
    - ¡Se lo agradezco con el corazón! Haré lo que quiera, sin ningún tipo de problema – exclamó entusiasmado-

    Lázaro mirando a su hijo le pregunto:
    -Hijo, ¿Te gustaría que este señor viva con nosotros y cuide de vos y de tu hermana por las tardes?
    - Si padre, parece ser un buen hombre, no lo haré renegar.

    Lázaro curó al ciego, lo alimentó, le dio un hogar, hasta lo hizo parte de su familia. El ciego realmente había cambiado, y les enseño a los niños a no aprovecharse de los pobres y a ser buenas personas.


    Guillermina Marini

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  11. agustina bonansea 4 economia3 de octubre de 2011, 12:39

    -¡lo veo y no lo creo! Esto es obra del destino, me ha dado una oportunidad que no desaprovechare. No se quien se creyó para maltratarme como lo ha hecho; me hizo ver que no se puede confiar en las personas, en lo crueles que pueden llegar a ser, y en la falsedad que pueden representar. De todas las personas que conocí, usted fue la peor. ¿Cómo pudo ser tan cruel para maltratarme siendo tan solo un niño? No me arrepiento de haberlo abandonado en la plaza. Me pude vengar de todo lo que usted me ha hecho... Y le deseo la peor de las fortunas y que jamás nos volvamos a encontrar.

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  12. Ya no se qué pensar, ¿seré yo el problema, que no puedo tener un amo durante mucho tiempo?. Ya han pasado 2 días y sigo dando vueltas por las calles, tratando de encontrar algún hombre como el buen escudero que requiera de mi servicio, pero hasta ahora, nada. Trato de alimentarme de comida que cae de los puestos de la feria de la plaza, pero no consigo mucho.
    Así, en esta soledad y hambruna, pasé un tiempo más, hasta que decidí volver a ese joven pícaro para poder sobrevivir a ésto, que en verdad, me estaba matando.
    Un día, soleado y fresco, retomé el camino que llevaba a la casa del escudero. Allí estaba, lúgubre y sombría como la última vez que la había visto, me acerqué, empujé la puerta y ésta se abrió. Entré lentamente y pude ver que la cama seguía ahí, escuché un ruido y me fui. Me puse a pensar qué pasaría si yo volviese a vivir a ese sitio, supongo que no habría problema, nadie sabe que yo sigo en la ciudad.
    Esta suerte de tener un lugar donde dormir sólo duró unos meses. Yo me había hecho una amiga en la plaza, se llamaba Lola. Hablábamos, nos reíamos y me ayudaba a conseguir comida. Un día, se acercó y me contó que había escuchado a su madre hablar con una amiga, y ésta le decía que me andaban buscando, alguien me había visto y no permitirían mi presencia en la ciudad. Estaba asustado, así que decidí no volver a salir de la casa. Lola, cuando podía me traía un pedazo de pan, tocaba la puerta, lo apoyaba en el suelo y se iba corriendo para que nadie la viera.
    Volvieron a pasar dos días en la soledad del sitio que se había convertido, ahora, en mi hogar. No paraba de pensar e imaginar el momento en el que abrirían la puerta por la fuerza y me llevaran, ¿qué pasaría conmigo? ¿qué me harían?.
    Me encuentro, en este momento, en la cárcel de esta fría ciudad, gobernada por esta cruel sociedad. No sufrí, pero sí fue como lo imaginé, derribaron la puerta, me agarraron, me dieron uno que otro golpe y me trajeron.
    Todavía no entiendo por qué no me echaron, por qué no me mataron y por qué o para qué todavía me tienen aquí, sólo sé que no me quiero ir, aquí tengo mi propia cama y le puedo asegurar a cualquiera que me pregunte que como más de lo que solía comer.

    M. Julia Galli
    4to Economía

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  13. Lucía Kondratavicius - 4to. Economía:

    Al verlo elegantemente vestido y de buen porte, caminando con un aire despreocupado junto a las bellas damas del lugar, las cuales sumíanse ante sus encantos, nadie nunca podría haberse imaginado que en su juventud fuera un astuto ladronzuelo, que debía hurtar y engañar para lograr su subsistencia y acallar el hambre que sutilmente lo había sometido a la dependencia de hipócritas o crueles amos.
    Sin embargo, aquello era un escueto resumen de su desgraciada juventud. Pero el brusco y afortunado cambio que sufrió logró posicionarlo en el holgado estilo de vida que conducía actualmente. Una de sus aventuras, en la cual se hallaba implicado un caballero de elevada clase social, llegó a oídos de un miembro de la realeza, el conde Fernando Enrique Alessandro VII. El conde, intrigado, redactó una carta a Lázaro solicitando la explicación de dicho problema y a la razón por la cual él se hallaba implicado, a la cual Lázaro respondió mediante la narración de todas las aventuras vividas. El conde, al leer la misiva, se compadece del pobre muchacho y, dado que no poseía progenie alguna debido al asolador e inesperado fallecimiento de su mujer, y la pérdida de Lázaro de su madre y hermano, lo toma como hijo. De esta manera, Lázaro (renombrado Lázaro Alessandro I al convertirse en el heredero de una inmensa fortuna) vive plena y felizmente con el conde, quien tiene un inmenso cariño por él, en el castillo de su propiedad.
    Una mañana Lázaro, enviado por su padre, se encaminó hacia el pueblo. Debía repartir los alimentos sobrantes de la celebración que se había llevado a cabo la noche anterior entre los ciudadanos del condado. La bondad y generosidad de ambos, tanto conde como joven, llenaban de regocijo a la agradecida población. Los pícaros días de Lázaro habían finalizado con la amabilidad y educación del conde.
    De repente, junto al camino principal, lo asaltó una rápida y eficaz mano de pequeñas dimensiones cuya intención era robar lo que el bolsillo de su capa contenía, que era de escaso valor. Lázaro, que el tiempo no había desgastado sus reflejos, se dio la vuelta y alcanzó a ver al joven ladronzuelo que escapaba de allí corriendo sobre sus flacuchas piernas con el tesoro en sus manos. Lo siguió sigilosamente y se encontró finalmente en un claro bañado por la luz del sol; se escondió rápidamente sobre uno de los pocos árboles que arrojaban sombra en esa tarde de calor. Desde su posición pudo ver con detalle cómo el niño le entregaba lo hurtado a un caballero sentado al pie de un nogal, protegido del resplandor diurno. El señor asintió con una sonrisa que claramente le denotaba esfuerzo, y ayudado por el joven, se levantó, de manera que Lázaro pudo distinguir sus característicos rasgos.
    La figura que Lázaro había supuesto que era un caballero era en realidad un anciano débil y jorobado, cuyos achaques lo hacían resoplar y el esfuerzo que debía realizar para estar en esa posición era tangible. Los cabellos canosos resplandecían al sol, y tomaban un matiz aún más brillante al contrastar con la piel enjuta y seca del anciano, surcada de arrugas que develaban el paso del tiempo. El bastón en su mano sostenía todo su peso, pero parecía débil ante la presión que se le ejercía para evitar que el personaje cayera al suelo. La imagen del anciano contrastaba profundamente ante la figura esbelta y enérgica del joven a su lado, de unos siete u ocho años, que en su inocencia intentaba ayudarlo a caminar. Pero a pesar de su débil apariencia, los ciegos ojos del anciano relucían de viveza y astucia obtenidas por la experiencia, una inteligencia que al jovencito le faltaba aprender.

    Continúa...

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  14. Continuación - Lucía Kondratavicius


    En cuanto vio esos ojos, los recuerdos se agolparon en la cabeza de Lázaro, reclamándole atención, y una profunda y sincera emoción lo abrumó. Porque él lo conocía, conocía a esa anciano de pelo ralo y canoso que estaba parado trabajosamente frente a él. Cómo no reconocerlo, si era aquel que lo había educado en la astucia y el engaño, que le fueron útiles para sobrevivir al mundo cruel y egoísta que intentó aprovecharse de su juventud e inocencia; era aquel que lo había instado y acompañado en el camino del robo y el engaño y lo había privado de alimentos tantas veces como le había dejado moretones y dolores acuciándole todo el cuerpo. Una lágrima se le escapó junto con el aire que había contenido.
    - Entonces no te has olvidado de mí, a pesar del tiempo transcurrido.- la voz áspera y lenta del anciano lo sorprendió. –Seguro la duda recorre tu expresión como en los tiempos anteriores… ¿lo hace?- pregunta al mocito junto a él. Ante la afirmación de éste, esboza una sonrisa nostálgica y prosigue:- Siempre fuiste curioso, Lázaro. Esa fue una de las virtudes que me atrajeron a tomarte como mío. Eras tan inocente. Pero te formé, te enseñé todo lo que sabía y aún más, porque no deseaba que se aprovecharan de ti. Te crié y te creé duro, hábil y astuto. Sabía que podrías sobrellevar todas las penurias que la vida pusiera en tu camino, todos los impedimentos que fuerzan a otros jóvenes, incluso hombres, a abandonarse y esperar a la muerte con agonía e impaciencia. Y lo has hecho bien. Superaste toda hambre, sed, enfermedad y golpe sin deteriorar esa pura alma que posees. Y mira a lo que has llegado. Puedo oler tu aroma desde aquí, y oír las narraciones de tus hazañas a lo lejos. Sé que las ropas con las que vistes son cómodas y finas, y que estás feliz y plenamente satisfecho con tu vida. Y antes de que me preguntes como lo sé, recuerda quién soy. – La pregunta quedó atascada en la garganta de Lázaro mientras el ciego le respondía.- Te conozco como a mí mismo, incluso más de lo que tú te conoces a ti. Podría reconocerte entre un millón de hombres, jóvenes y mujeres aunque mis faltas físicas me impidan observarte. Ven aquí.-
    Y extendiendo los brazos, hizo un ademán a Lázaro para que se acercara, y ambos se fundieron en un abrazo. Una lágrima pequeña y delicada resbaló por la mejilla del anciano.
    - No me arrepiento de nada, Lázaro. Tal vez alguno de mis golpes te dolieron, pero la intención nunca fue lastimarte. Y mira en lo que te has convertido, lo que has logrado, valiéndote sólo por ti mismo. Estoy orgulloso, hijo.-
    La gratitud de Lázaro era indescriptible; la felicidad había llenado cada parte de su cuerpo. Invitó al ciego y al muchachito al castillo, donde pudo apreciar el cambio no sólo físico, sino también el cambio del comportamiento en el ciego: trataba al joven que lo cuidaba con mucho amor y cariño, lo alimentaba, se aseguraba de que tuviera a su alcance todo lo necesario para entretenerse y ser feliz, aunque sus maneras eran algo torpes y forzadas. Y la sonrisa del niño mostraba todo su aprecio hacia el ciego.
    - Esto me lo has enseñado tú, Lázaro: el amor construye, educa, cuida, alimenta. El odio sólo trae más odio, y siempre lastima a ambas partes por igual, al que odia, y al que es odiado, y no permite crecimiento, independencia, desarrollo, evolución alguna.
    - Entonces no era odio lo que recibía de vos.-contestó Lázaro mirándolo a los ojos.
    - Decididamente no era odio lo que recibías de mí, mira cuánto has crecido y avanzado, cuántos los que te quieren y te aprecian. Y decididamente, también, no era odio lo que diste a los demás.
    El ciego y el niño abandonaron la casa a los pocos días, porque el anciano se negó a quedarse allí, a pesar de las palabras de Lázaro y su padre. De todos modos, se estableció en una casa cerca del castillo y siguió visitando a Lázaro.

    FIN

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  15. Las similitudes que encuentro entre el Lazarillo y los pobres de la actualidad, es que en ambos casos se mendigaba por comida o tal ves algo de dinero para lograr comprar un trozo de pan. Pero, lo que cambian son los modos de conseguir esto, ya que en las epocas del Lazarillo los niños eran muy castigados y frente al pùblico. En la actualidad, los niños se paran en las esquinas y realizan "actos" o "malabares" y piden dinero a los autos, roban o simplemente se sientan en la calle con una caja de zapatos esperando alguna moneda.
    Tambien, en la actualidad la gente se ha compadesido mas de estos niños y se han creado fundaciones o se hacen campañas solidarias regalando objetos o ropa que la gente ya no necesita a los que si la requieren. Como, por otro lado existe mucha inseguridad y en casi todas las zonas.
    Finalmente, los tiempos han cambiado pero los niños en la calle se siguen frecuentando y parece que seguira asi por mucho tiempo. Habria que probar distintas formas para poder cambiar esto insentivandolos a que estudien o trabajen y tambien dandoles la oportunidad, ya que son muy discriminados.

    Virginia Vitale

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  16. Actividad 1)
    Las semejanzas del lazarillo con los chicos de hoy en día son que ambos pasan miseria, como hambre, frio, etc. Tienen que salir a mendigar para conseguir alimentos y sobrevivir, mucha gente no lo ayudaba al igual que a los chicos de la calle de hoy en día, los dos piden dinero y hacen lo necesario para conseguir sus necesidades llevándolos a veces a hacer cosas que no deben.
    Las diferencias son que el Lázaro tenia amo y dependía de el, en cambio los chicos de hoy en día se la rebuscan solos porque no tienen de quien depender. Además pueden ser ayudados por agrupaciones que brindas servicios a los mas necesitados, dándole ropa, comida, refugio, etc. La sociedad actual los juzga de mala manera y los discrimina.
    Conclusión: Para mi, si habría menos discriminación, estaríamos mejor, porque nos ayudaríamos mas entre todos, podríamos ir mejorando, no habría tanta pobreza y miseria.

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  17. 4-b)
    (lazzarillo visualizó a lo lejos una silueta con baston y cara conocida, a medida que se iba acercando se dio cuenta que era su primer amo, el ciego. Se acerco aun mas y toco su hombro)
    (el ciego se da vuelta)
    - Y tú quién eres?
    - Reconoces mi voz?
    - Pues déjame recordar… LAZARILLO!!! Eres tú?
    - Te acuerdas de todo lo demás? Todo lo que me hiciste pasar en esos tiempos de sufrimiento…
    - Todo lo que hice fue por amor, para enseñarte las verdaderas cosas de la vida.
    - Acaso aprendi pasando hambre?
    - No solo tu pasabas hambre, la situación económica era pobre
    - No podias comparetirme aunquesea un poco de pan!!! (levantando la voz)
    - Lo importante es que seguiste adelante y que ahora sos un hombre de bien
    - Por supuesto, salí solo adelante, y ahora estoy casado y tengo una familia a la que mantener
    - Me alegra la noticia, espero que puedas perdonarme, yo solo quería ayudarte.
    - Es difícil, pero si todo bien, aunque nunca olvidare tus males.
    Mauro-Martina-Erika

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  18. Resolución de actividad 1.
    Semejanzas entre Lazarillo y los chicos de la calle que viven en las grandes ciudades actuales:
    • Están solos o acompañados de personas que buscan su propio bienestar.
    • Pasan hambre, frio y distintas adversidades.
    • No tienen acceso a una educación, o a un tutor que les de pautas de vida.
    • Muchas veces recurren a la ayuda religiosa, etc. o no consiguen ayuda.
    • A veces realizan acciones deshonestas por su propio bienestar, etc.
    Diferencias entre Lazarillo y los chicos de la calle que viven en las grandes ciudades actuales:
    • Los chicos en la actualidad pueden caer en distintos problemas como la droga, la violencia, la delincuencia, etc.
    • En la actualidad existen instituciones o grupos de ayuda a estos jóvenes de la calle.
    • Hoy en día hay más peligro con los cuales estos chicos pueden vincularse.

    Reflexión:
    Tanto en esta sociedad, como en la de la antigua España no deberían existir estas situaciones, de chicos desamparados, con hambre, al cuidado de personas egoístas.
    A la vez hay tanto organizaciones de ayuda a estos chicos, pero al mismo tiempo la sociedad le da la espalda.
    Todos deberíamos ayudar a que estos chicos puedan tener una vida digna con la ayuda de todos.
    Tomas y Valeria.

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  19. 1) La vida de el lázaro se refleja mucho a la vida de los chicos de la calle de hoy en día,con la diferencia de que lázaro tenia amos que le dan un techo donde vivir. Y los chicos de la calle no tiene donde vivir . Pero se la rebuscan para sobrevivir al igual que el lazarillo.
    Muchas de las cosas que tienen el común es que : recurren al delito para poder obtener lo que quieren,no tienen educacion,diambulan por la calle en busca de comida o dinero, son muy astutos y rápidos.
    Nosotros opinamos que estos chicos tendrían que tener una educación para una mejor vida y alguien que lo ayude a salir de la calle y que les de un lugar donde vivir..

    Sabrina y tomas

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